Antiguamente, el día de la Virgen de Agosto, después de la misa en honor a Ntra. Sra. de la Asunción, a eso del mediodía, tenía lugar la puja de los andamios en el Ayuntamiento. El concejal de Festejos era quien solía iniciar la referida puja, comenzando por el carro nº 1 de la sombra. A continuación se pujaba el nº 1 del sol y, así, sucesivamente, iban alternando los carros de la sombra y del sol hasta completar o cerrar la plaza con cincuenta y dos carros numerados.

Antiguamente, el día de la Virgen de Agosto, después de la misa en honor a Ntra. Sra. de la Asunción, a eso del mediodía, tenía lugar la puja de los andamios en el Ayuntamiento. El concejal de Festejos era quien solía iniciar la referida puja, comenzando por el carro nº 1 de la sombra. A continuación se pujaba el nº 1 del sol y, así, sucesivamente, iban alternando los carros de la sombra y del sol hasta completar o cerrar la plaza con cincuenta y dos carros numerados.     

EL MONTAJE DE LA PLAZA DE CARROS

La construcción de este original coso taurino, en el magnífico marco de la plaza del pueblo, comenzaba el día 17 al rayar el alba y, sobre las doce, ya habían saltado las primeras vacas al albero. La plaza se convertía en un hervidero de mozos con sogas, hiscales de esparto, rejas y rollos, amén de los carros que se traían, bien con las yuntas o a mano. Como señala Francisco Márquez Jurado “vendedores de aguardiente, a perra gorda la copa, vendedores de sogas y escales hacían una solanesca escena costumbrista”.

En este bello escenario se formaba una algarabía de voces y prisas, porque todos los carros tenían que estar dispuestos en la plaza al mismo tiempo, ya que al ir ensamblados unos con otros, en el momento que faltase uno había que detenerse hasta que acudiera el dueño con el carro. Se ensamblaba el pértigo con la escalera del carro anexo. Sobre los varales del carro se colocaba el andamio propiamente dicho y se construía con las puertas de los pajares, cuadras y zahúrdas atadas con hiscales, descansando sobre los rollos que se aseguraban vertical y horizontalmente. Antes de subirse el personal al andamio se revisaba las ataduras de sogas e hiscales, por si algún desaprensivo las hubiera cortado durante la siesta o por si se habían aflojado. Había suelta de vacas por la mañana, por la tarde y, en algunas ocasiones, por la noche.