A mediados del siglo XVII una grave y contagiosa enfermedad, la peste, crecía y se extendía por doquier. El día 26 de junio de 1650 se congregaron el la iglesia de Santa María (actual parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción), el Clero, Cabildo, Justicia, Regimiento y numerosos vecinos de la antigua villa de Torremilano para, en presencia de Jesús Sacramentado, elegir a San Roque como patrono perpetuo de la villa, en acción de gracias por haberles librado de la peste mediante su intersección y para que mediara por los entonces habitantes de Torremilano y por los que en adelante lo fueran, pues hacía ya muchos años que los vecinos de Torremilano, temerosos del mal de la peste, dedicaron imagen, ermita y cofradía a San Roque, “con que no hay memoria de que se haya padecido en esta villa el dicho mal”. Y prometieron honrar y guardar el día y fiesta de San Roque todos los años, ellos y sus sucesores, así como celebrar dicha fiesta “con público regocijo para mayor memoria y recordación de este voto; y para ello, cada vecino pagará veinte y cuatro maravedíes cada año al obrero y mayordomo del dicho santo”. Como la cofradía de San Roque, por tradición antigua, el 16 de agosto le decía vísperas, maitines y misa en su ermita y, para mantener dicha costumbre y devoción, resolvieron celebrar la fiesta con vísperas y misa solemne en la iglesia de Santa María, en la que estaban reunidos, a la que llevarían en procesión la imagen del santo, después de la función religiosa de la cofradía. Ésta de 1650 fue la primera ocasión en que los vecinos de Torremilano celebraron la festividad del patrono de la villa.